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lunes, diciembre 26

LAS NUEVE POSADAS DE NAVIDAD EN MÉXICO


Por Julie Sopetrán


La Navidad mexicana no se concibe sin Las Posadas. ¿Pero qué son las posadas? Son celebraciones, fiestas que comienzan nueve días antes de la Navidad, nueve rosarios, nueve misas, novenario. El día 16 de Diciembre empieza la primera hasta la última posada que se celebra el 24, cuando conmemoramos el nacimiento  de Jesús.  Cada lugar tiene una forma diferente de celebrar estas posadas, puede hacerse en familia, en grupo de jóvenes, de amigos, de niños, de vecinos o también de familias, se amplían en forma comunitaria para que todos puedan celebrar la llegada del Salvador del mundo.



El fin primordial de la fiesta, está inspirado en acompañar a María y José en ese largo camino desde Nazaret hasta Belén, para responder al edicto que se ordenaba a los habitantes de Judea, empadronarse en las ciudades de origen, José como era descendiente de David, nativo de Belén, tuvieron que ir a esa población, pero el viaje les llevó caminar nueve días o etapas, en los que buscaban alojamiento y al no encontrarlo, María tuvo que dar a Luz en un establo. También lleva implicado el símbolo de los nueve meses de embarazo de la Virgen María, tal como lo muestran las escrituras. Pero especialmente simboliza cuando van pidiendo posada para poder descansar. Las tradiciones mexicanas se inspiran en las dos vertientes de la historia, la indígena azteca y la religiosa cristiana. 


Los aztecas tenían ya celebraciones muy similares a las cristianas. Por ejemplo, en el invierno, durante los meses de noviembre y diciembre, solsticio de invierno, los indígenas celebraban la venida de Huitzilopochtli, dios de la guerra y del sol. El culto que le rendían era el de ayunar y ofrecer sacrificios al Dios Sol, se encendían hogueras, quemaban maderas aromáticas y preparaban manjares deliciosos, para que la vida les fuera próspera en el nuevo año.
Ellos caminaban hacia el mictlan que es donde descansan  los muertos.  Huitzilopochtli, tomaba su descanso, renacía en forma de colibrí y eso ocurría entre el 24 y el 26 de diciembre en los templos de Malinalco, que significa la flor de Malinalli, que tal vez es la flor seca del maguey, la hierba torcida, o también una planta enredadera parecida al zacate que tiene los frutos amarillos que se utiliza para crear utensilios.



Más tarde llegaron los españoles con la imposición del catolicismo y las costumbres se fusionaron, algunas se perdieron, pero otras son una mezcla que se hace imperecedera. La historia dice que fue el agustino Fray Diego de Soria, el que obtuvo el permiso del Papa Sixto V, para celebrar nueve misas que llaman de aguinaldo, antes del nacimiento de Cristo, coincidiendo con las fiestas que los indígenas celebraban dedicadas a Huitzilopochtli. Así surgió, una vez más el sincretismo religioso de un país tan rico en historias como lo es México.


Las posadas pues, comienzan con los frailes españoles en el Siglo XVI, (1587). Fue en el poblado de San Agustín Acolmán, al noroeste de la ciudad de México. Estos misioneros reviven y representan el camino de María y José buscando posada para que María pueda dar a luz al Niño Jesús. La posada termina en fiesta, cena y baile, canto de villancicos y todo muy animado. Consiste en pedir posada, canciones versificadas donde se entablan diálogos y también consiste en romper una "piñata". Se representan escenas navideñas, se celebra la Santa Misa, y se encienden luces de bengalas, cohetes, piñatas y villancicos.   


No habrá posada si en la casa no hay armonía, color, luz, alegría, comida, fiesta y sobre todo si no se han preparado deliciosos manjares, un buen ponche de frutas, elaborado con canela, cañas, tejocotes, pasas, ciruelas, cáscara de naranja, frutas y azúcar, todo ello hervido en agua durante unos cuarenta y cinco minutos, el sabor de la manzana y la guayaba le dan el gusto apropiado de un buen ponche que todos degustan con algarabía de fiesta navideña.
En el siglo XVIII, la celebración tomó más fuerza realizándose, en vez de la iglesia, en los barrios, en casas particulares, en escuelas y plazas y además de villancicos y pastorelas, los cantos ahora son más populares.


Pero lo verdaderamente importante es el dale dale dale: la piñata. Una piñata suele ser una obra de arte, hecha con barro y papel. Los artistas de la piñata son los propios mexicanos que poseen el don de crear, su artesanía es una riqueza de luz y color sin igual.



La piñata, aunque su origen se cree que es chino, se usa y caracteriza en México, especialmente, dicen que fue Marco Polo el que llevó la costumbre a Europa y luego luego a América, especialmente a México, Guatemala, Colombia, donde es tradición romper una piñata también en los cumpleaños, aniversarios etc.. En Navidad, debe de hacerse en forma de estrella con siete picos, cada pico se considera que es un pecado capital y todos los dulces y las frutas que de ella saldrán al romperla, son el símbolo de las bendiciones que recibe todo aquel que participa en su ruptura.


Los pecados capitales son siete: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.   Todo tiene su misterio y significado, la piñata se ha de romper con un palo, que ostenta la fortaleza y la fuerza divinas. El que la rompe representa la fe. Se vendan los ojos, esto simboliza la fe ciega en Dios, y los palos se dan a ciegas hasta que se logra atinarle y romperla entre los voceríos de la gente.  Cuando se rompe caen por el suelo y vuelan por el aire los dulces, las frutas de que estaba rellena, esta delicia de todos es como la  recompensa y el don hermoso de vencer los pecados y las ofensas cometidas durante el año, de esta manera se fortalece la humildad, la pobreza, la generosidad, la paciencia, la caridad, la templanza y la diligencia . 


En cada región de México el pedir posada, se hace de distinta manera, lo que sí me llama la atención es que siempre se pide posada en verso, los que cantan desde afuera y los que responden desde adentro. Versos que se repiten y que están vivos durante este tiempo y saben de memoria tanto los mayores como los niños que los van aprendiendo para seguir las tradiciones.


Bien podríamos decir que la posada se parece a una procesión que la encabezan dos personas vestidas con los trajes que personifican a José y a María, un burro y luego los peregrinos que siguen con velas o faroles encendidos, cantan letanías hasta llegar a la puerta donde se pide la posada y ahí empiezan los versos, después de los cantos se abre la puerta y se les da posada con gran alboroto, se prenden luces, empiezan los cohetes y se rompe la piñata con los ojos vendados y todo se termina con el ponche.


Entre los muchos villancicos que se recitan y cantan los más populares son:

(Los Peregrinos...)

En el nombre del cielo,
yo os pido posada,
pues no puede andar,
mi esposa amada.

(Los Hosteleros...)

Aquí no es mesón,
sigan adelante,
no les puedo abrir,
no vaya a ser un tunante.



Normalmente se repiten los villancicos en varias casas, y al final hay una casa en la que les dan posada.
(Los Peregrinos...)

Posada le pido
amado casero,
pues madre va a ser,
la reina del cielo

(Los Hosteleros...)

Pues si es una reina,
quien lo solicita,
como es que de noche,
anda tan solita.

(Los Peregrinos...)

Mi nombre es José,
Mi esposa es María.
y madre va ser,
del Divino Verbo.

(Los Hosteleros...)

Posada os brindo,
Santos Peregrinos,
y disculpa os pido,
no os reconocía.



Y al final cantan todos los con algarabía:


TODOS...

Entren Santos Peregrinos,
Peregrinos...
Reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada,
la morada...
os las doy de corazón.




No he vivido ninguna navidad en México, pero así me la han contado amigos de Puebla, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, etc.. Una fiesta muy típica de convivencia, amor, dedicación, entrega, arte y todo lo que representa la fe, la historia, la religión, la inigualable magia de México. Romper la piñata, tiene que ser un acto especial, el quehacer artesano al rellenarla de dulces, cacahuates, tejocotes, frutas... ¡Cuanta ilusión! Sé que la posada también va acompañada de convivencia, de una cena a la mexicana con tacos, tamales, chocolates, buñuelos, mole, atole... Y no puede faltar la música, los fuegos de artificio, las velas encendidas y las sonrisas entrañables de los niños que son los que, al fin y al cabo, hacen posible una perfecta Navidad.
¡Felices Fiestas México y para todos aquellos que compartan estas páginas, para todos mi cariño y buenos deseos de paz, amor, salud, trabajo y fraternidad... Aleluya!

Este artículo ha sido publicado también en:
http://www.casamerica.es/casamerica-blog/las-nueve-posadas-de-la-navidad-en-mexico

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