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lunes, octubre 21

HOY IGUAL QUE AYER



La sangre de los mártires de Diego Rivera


Envueltos en sarapes rojos
Debajo de la tierra. En la milpa
El maíz suda sangre
Y me duele, me duele la tierra
Los girasoles lloran por Emilio Zapata
Por el Maestro rural Otilio Montaño
Lloran por los caídos, por los que se quieren levantar
Y no pueden. Lloran por los que no saben por qué murieron
Pero lo hicieron con honor, con rabia, buscando la justicia
Los girasoles lloran y ríen
Su sonrisa es dorada por los que renacen
Por los transfigurados
Por los que fecundan la tierra mexicana
La tierra de donde sea. De los que se inmolan.
Milpas de luchadores
Es la sonrisa dulce de lo que no ha sucedido en vano
Fertilizante humano de la parcela con sabor de sangre
De sacrificio, de entrega, de inmolación por lo ideal sagrado:
Las patrias. Yucatán. Altamira. Mayas. Iberos… tantos.
Sólo el Amor es revolucionario
Los girasoles danzan
Es el movimiento de la historia, el proceso permanente,
El cambio, las revueltas, los ciclos, las transformaciones.
Los levantamientos, la agitación, la inquietud, la conmoción,
El vaivén, el resurgir de un pasado glorioso
Meso América, los abuelos, las ganas de vivir mejor siempre
Siempre la danza de los girasoles dando la espalda al tiempo no vivido
Otilio Montaño, redactando aquel manifiesto de 1910 (Plan de Ayala)
Y ahí está envuelto en sarape rojo, abonando la tierra de México
De cualquier parte, podría ser otro nombre en mi tierra o en la tuya
Y en vez de mural podría ser capricho:
Rivera, Goya, quien sabe cuántos artistas… 
Girasoles que danzan.
Que abren su ventana a la luz, todo es misterio, pero luz
Luz circular para los hambrientos
Y ayer como hoy: los ricos, los pobres, todos en lucha
Es la Alegoría de Chapingo entre el maíz que llora, sonríe, danza...
Flor de luz para los que no ven los pétalos
Es la revolución. Ayer como hoy. Los cuerpos enterrados
El estiércol alquímico que pisan los políticos cuando juegan al golf
Sangre que es oro. Oro que es luz. Luz que es semilla sin fin
Que germina porque la sangre, como el Amor, son revolucionarios
Hoy. Igual que ayer
En la milpa
En cualquier parte.


©Julie Sopetrán




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