Texto y fotos: Julie Sopetrán
Son diez hectáreas de Parque Natural, con un clima templado, subacuático, su fauna y flora es de gran belleza gracias al Patronato Lago de Camécuaro, que en lengua tarasca quiere decir "lugar del baño", y también "lugar de la amargura oculta", según Fray Juan Bautista Lagunas. Se decretó como Parque Natural el 18 de Junio de 1940, siendo Presidente de la República Don Lázaro Cárdenas del Río.
Se encuentra a catorce kilómetros de Zamora, en Michoacán, en el municipio de Tangancícuaro. Se llega por la carretera nacional número 15.
Dentro del lago existen dos nacimientos de agua: el de Junguarán y el
de Cupátziro. El agua surge de las entrañas de la tierra y de las lluvias que
llegan al lago desde la Meseta Tarasca. Un paseo en barca por este lugar es
realmente mágico, no sólo por la vegetación, también por la belleza natural del
entorno. Es un lugar de capricho por la gran variedad de árboles: ocotes, sabinos,
fresnos, madroños, ocales, maguey, encinos, arbustos y coníferas. Los árboles
más viejos se cuidan y protegen con diversos materiales preparados para su
conservación dentro del agua.
También lo pueblan peces, carpas, truchas, cangrejos, ranas, mojarra blanca,
chapulines, chapos, mariposas, tortugas, patos, abejas, gansos... Y en tiempos
ancestrales dicen que había nutrias, cisnes. Lugar muy apropiado para
campamentos, senderismo, paseos en barca y buceo.
En el área de este lago viven unos treinta y tres mil habitantes, de
ellos unas mil quinientas personas hablan la lengua purépecha y también el zapoteco.
Nos llevaron a este lugar por la carretera nacional rumbo a Morelia,
la capital del Estado de Michoacán. El paisaje me dejó fascinada, nunca había
visto árboles tan grandes rodeados de agua. Si un día me fascinaron los árboles
de madera roja de California, los de México no desmerecían lo más mínimo. Caobas, guayacanes, pinos resinosos llamados
"ocotes", abetos muy especiales como el "oyamel" con su
verdor perenne y su musical encanto teñido de blanco y azul de los fríos
serranos. Los ahuehuetes, uno de los árboles más populares de la flora de
México, lo llamaron así los indígenas y está considerado el árbol nacional,
porque viene su raíz de atl, agua, y hue, que significa anciano o
abuelo, su nombre por lo tanto quiere decir: "viejo de agua" porque
su follaje se reviste de heno blanco como si el árbol tuviera canas.
Los Zapotecas le llamaban a este árbol yagaguichi-ciña, que es
"cedro de larga vida", los Tarascos lo llamaron pembamu, que es
"viejo barbado" de donde nació el nombre del pueblo de Pénjamo. Y los
españoles lo llamaron por el conocido nombre de sabina.
Si en algún lugar he admirado al árbol ha sido en este Lago de
Camécuaro, en el municipio de Tangancícuaro, en Michoacán, México. Es uno de esos espacios del que no quisieras
salir nunca. Su limpieza, su encanto natural, te dejan como paseando el tiempo.
Parece que hay más de mil manantiales de agua fresca que brotan y refrigeran el
lago y esto es lo que hace que sea un lugar paradisíaco. El clima es también
muy agradable de unos 14º en invierno a
18º a 20º en verano. Altitud de 1750 metros sobre el nivel del mar. La
profundidad del lago oscila entre cinco y veinte metros y se puede ver el fondo
por la pureza y limpieza del agua. Ahora se puede disfrutar de un sistema de alumbrado en la noche.
Este lago es imprescindible para los fotógrafos y para los amantes de
la naturaleza porque es un lugar mágico. Está muy cuidado y se puede acampar,
pasear a pie y en lancha, practicar la natación en sus aguas termales, buceo, es
un lugar muy tranquilo y se puede pasar un buen día campestre en solitario o en
familia, no importa si no llevas comida porque hay puestos que ofrecen menús
muy asequibles.
Como casi todos los lugares en México, este lago tiene sus leyendas,
una de ellas es que habitaba una joven muy hermosa en los alrededores, llegó un
español y la enamoró, pero él tuvo que marchar a una guerra y dejó a la bella
doncella sola y llorosa. Y tanto lloró, al saber que su amor no regresaba, que
se formó este lago transparente con sus lágrimas. Existe otra leyenda que da
interés al significado del lago "lugar de la amargura oculta". La
leyenda de Huanita, una princesa que se enamoró de Tangáxhuan, sobrino y uno de
los herederos de Tiriácuari, que habiendo sido secuestrada por Candó, un
sacerdote sacrílego, la mantuvo oculta en una yácata, adoratorio de Cutzé,
lloró tanto su desgracia que con sus lágrimas se formó el lago. Y muchos buceadores dicen que estuvieron a
punto de ahogarse porque veían a una joven muy hermosa jalando sus pies y
empujándolos hasta el fondo del lago.
Existen más leyendas de coyotes y de princesas que lloraron tanto como
las jóvenes de las anteriores leyendas. Por eso el lago de Camécuaro también
significa "torrente de lágrimas". Hay otra interpretación, según el
historiador Eduardo Ruiz, el significado deriva del verbo huecámen que
es "caer en un estanque hondo", ro indica lugar, huácamecuaro,
"lugar donde caen al estanque" de una forma fácil.
Pasear por este lago es poner a trabajar la imaginación, el barquero
te va mostrando figuras inventadas ante las diferentes formas que sugieren los
árboles gigantescos... Una iguana, un elefante, un vestido de novia, una cueva
excavada en el árbol, un espectro, una escena de terror, un caballo, un nido de serpientes de madera, un rinoceronte
y una larga lista de figuraciones y
fábulas recreativas que nos hace sentir que estamos viviendo un mundo de
fantasía y ensueño, y hasta la mismísima princesa que cuenta la leyenda se
encuentra en una figura de mujer desnuda... Es al volver los ojos al lago, cuando
nos damos cuenta que es un mundo real y que son los árboles y el agua los que
juegan en nuestros ojos.
Vemos a los niños bañándose con los árboles, a los enamorados
besándose entre las mismas raíces, a la familia disfrutando de un entorno paradisíaco.
Es el capricho armonizando con la
quimera, es la inventiva en armonía con la realidad. Es la vivencia de la
inspiración, o los duendes jugando entre la hierba de un parque natural difícil
de olvidar. Es la leyenda hecha poesía en la naturaleza.
A los artistas, a los poetas, a los fotógrafos, a los que saben
disfrutar del agua y del árbol, a los que buscan el sosiego, la belleza, les
recomiendo visitar este lugar de Michoacán. No se arrepentirán de la elección.
CAMÉCUARO
La luna Nanacutzi se mira en el lago de Camécuaro
aztecas, chichimecas, purépechas
la contemplan sin tiempo
lloran el pasado
Amanece
Los rayos del sol borran la imagen de Huanita
El coyote se esconde
observa a los turistas
deambula entre sombras
Los niños se bañan con los árboles
La brisa encanta el silencio
Las sabinas prolongan su verdor a través de los siglos
El agua transparenta la gala de los dioses
El Viejo del Agua me abraza con sus grandes raíces
Me hace crecer el alma
Me hace llegar al fondo
Su heno me acaricia el cabello
En el suspiro se esparcen las semillas
La sed se apaga en la vivencia
El lago me posee.
©Julie
Sopetrán