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martes, noviembre 23

LA MEDICINA TRADICIONAL P´URHÉPECHA

LA MEDICINA TRADICIONAL P´URHÉPECHA

Por Julie Sopetrán

                                           Planta de nopal.   Foto: Julie Sopetrán

Si algún pueblo se auto reafirma a sí mismo, si algún pueblo está orgulloso de  ser y estar en el planeta tierra, es el pueblo p´urhepecha. Un pueblo que abarca seis mil kilómetros cuadrados de los sesenta mil que tiene el estado de Michoacán, en México.  Pero el “lugar donde viven los p´urhé lo abarcan cuatro regiones importantes: La Cañada de los once pueblos que se llama también Eráxamani. Japóndarhu, que es el lugar del lago. Juátarisi, que es la Meseta y la Ciénaga de Zacapu. Otro lugar se añadía a esta región y es Jurhío, el lugar de la tierra caliente. Apróximadamente abarca unos 25 municipios más o menos. Pero su lengua se habla en más de cien pueblos del estado.  P´urhé o p´uré, quiere decir persona.  También se les ha llamado Tarascos, este nombre  se lo pusieron los españoles.

                                               
Estas poblaciones disfrutan de servicios de salud pública, clínicas, unidades médicas, rurales del IMSS-Solidaridad.
Para los p´urhépechas, la armonía con el entorno, juega un papel importante en la vida y en la salud.
Son gentes que les gusta cumplir las normas de la comunidad y ante todo tienen un gran sentido de la familia y amor a la naturaleza. La salud es pues, un resultado de la forma de vivir en consonancia y armonía con lo que nos rodea.
Este pueblo cuenta con expertos terapeutas, hay muchas mujeres, mayores de 50 años, unos son brujos, otros u otras, parteras, algunos hueseros, hierberas, sobadores, molleros... curan con sus manos, con hierbas medicinales y recetas heredadas de sus antepasados. Hay un gran respeto entre estos sanadores y para preguntarles a ellos directamente me dirijo a Pátzcuaro; están instalados junto a una clínica, muy cerca del Lago que lleva el mismo nombre.
                                                Capilla. Foto: Julie Sopetrán

Es un lugar moderno, limpio, con su capilla para rezar y sus diferentes apartados y especialidades. Estos hombres y mujeres, conservan la sabiduría de la tierra, en su religión, ellos conciben su origen divino. Las deidades p´urhépechas están directamente relacionadas con la naturaleza. Por eso al Rayo le llaman Señor, así como el Señor de la Lluvia, el del Cielo, el de la Tierra... Sus divinidades son innumerables, simbolizadas todas ellas en pájaros, como el águila, las piedras,  los caimanes, etc..

Pero nada mejor como hablar directamente con uno de los hueseros de Pátzcuaro, él nos va a explicar su trabajo terapéutico. La gente hace cola para entrar y los remedios no pueden ser más eficaces. D. Juan Castro Valdés, un hombre muy sencillo, muy amable. Seguramente tiene atributos superiores a lo que nosotros podamos percibir.
Él me dice humildemente: “yo soy huesero, curo con masajes, son sobadas que hago desde el pié hasta la cabeza y lo hago jalando los huesos”. Le pregunto a Don Juan, cuándo comenzó a ser huesero y me dice que desde hace muchos años, anduvo en la ciudad de México, en Puebla, en Morelia, en la Isla de la Pacanda y ahora en Páztcuaro, más de treinta años que está curando a la gente a través de sus sobadas y masajes.  Juan habla calmadamente, como si pensara cada palabra que dice. Le pregunto cómo supo que podía curar y me explica que lo hizo cuando vio a alguien sufrir. También afirma que para curarse es imprescindible tener fe.  No cuenta el tiempo, hay días que cura a mucha gente y otros que sólo a unas cuantas personas dependiendo de lo que tengan o necesite estar con ella para darles los masajes.
Le pregunto a Juan si cura a través de la naturaleza o si cree en Dios, o qué medios utiliza para dar esa fuerza de salud a través de sus manos. Juan comenta que él cree en Dios, y sin esa energía no podría curar. “Sin Dios no puedo curar, yo cuando doy estos masajes le pido a Dios que cure a la persona que tengo enfrente” Juan añade, que nunca le pregunta a la persona si él o ella cree o no cree. Sin embargo me dice, que si no cree en Dios la persona que viene a curarse, no se curará porque para entregarse al masaje tienen que creer. De lo contrario pierden el tiempo. Juan dice que Dios actúa a través de sus manos.
Le pregunto que curando, como cura, cerca de una clínica, de un hospital, si viene alguna gente del hospital también, Juan dice que cuando en el hospital no pueden hacer nada, los médicos mandan a los enfermos a que él les dé masaje o sus compañeros les curen con hierbas o lo que necesiten. Juan, después de charlar ampliamente conmigo se ofreció a darme un masaje que agradecí. No me cobró nada, pero sí le gustaron mis gafas, tal vez por ser españolas, de las que me desprendí sin ningún inconveniente. Aunque luego si quería leer lo que había escrito, tuve que ir a comprarme otras. A saber para qué quería Don Juan mis gafas, luego pensé si no sería una prueba para conocer mis desprendimientos o generosidades. El caso es que me sentí muy relajada y con ganas de seguir trabajando.

 

El siguiente centro p´rhépecha que visité está situado en otra parte de la ciudad de Pátzcuaro. También con su capilla, y los espacios rústicos y con olor a hierbas aromáticas para curar. Visité a Don Lupe, como así se le conoce en la zona. Don Guadalupe Norberto Calderón, natural de la Isla de Janitzio. Antes de dedicarse a curar Don Lupe fue pescador en el Lago de Pátzcuaro.

Don Lupe empezó a curar a la gente en el año 1978. Se puso en contacto con otros curanderos que le orientaron y le enseñaron, porque él sentía que quería ayudar a las personas que sufrían.  Se fue a México a hacer un curso y a cambiar experiencias con otros chamanes y sabios que sabían más que él. Se quedó en Pátzcuaro por el clima. Y también por las plantas.
Mientras Don Lupe me cuenta cómo comenzó, se oye el canto de un pájaro en el transfondo de su ventana semiabierta. Don Lupe dice que “la persona que siente que puede curar tiene que aprender, tiene que saber cómo encauzar su energía para los demás” Y añade que eso que ha aprendido él lo va a transmitir a su familia, a los más jóvenes para que sigan haciéndolo ellos. Don Lupe a diferencia de Don Juan, él dice que la fe del paciente no le preocupa, que él transmite en sus consejos y en sus recetas y a través de sus manos lo que él cree y percibe de Dios. “Yo sé que muchos no creen nada, pero yo controlo mi mente y no le digo nada, porque si ya ha venido porque se siente mal, pues ya algo le está pasando también con su fe”. Don Lupe se centra en curar en la enfermedad que padece el paciente. “A veces vienen jóvenes que no pueden caminar porque tienen mal su columna, o porque a otro le duele la cabeza... y así durante el día, ocho, diez, doce personas que vienen...”
Don Lupe no trabaja todos los días,  sólo en Martes y Viernes y otros días le suplen otras compañeras. Don Lupe se queja de que se acaban los recursos, las plantas, y todo lo ve muy duro y difícil para la humanidad y el futuro que nos toca vivir. Le pregunto qué nos recomienda para mantener la salud y dice que con el calor no hay que comer fruta, el mango es calor, la papaya es calor,  la sandía con el calor te puede dar también enfermedad, lo mejor para los niños es darle agua fresca, moradilla... pero no endulzarla.
Salí de estos lugares pensando en la pérdida de las plantas importantes en el mundo en que vivimos, en la naturaleza, en los poderes del hombre y de las plantas aún por descubrir.
   




7 comentarios:

  1. Absolutamente todo el blog, como lo presentas, con explicaciones amenas y claras e imágenes que van más allá de la foto, es una invitación a la lectura y al conocimiento, Julie.
    Particularmente esta entrada es una lección de sabiduría.
    Gracias !
    Un abrazo.

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  2. Me alegro que te guste Cecilia. Hace unos años que visité este lugar y siempre que vuelvo a Páztcuaro vuelvo porque es realmente impresionante. Y acude mucha gente a buscar remedios en la medicina p´urhépecha.
    Un abrazo y muchas gracias amiga.

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  3. Reitero las palabras de Cecilia. Las exlicacioners son amenas, las fotografías descriptivas del lugar...
    Un contraste total con la sociedad nuestra.
    La fe está presente en esta comunidad.
    Un beso

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  4. Gracias Camy. La realidad supera todo lo que yo pueda explicar, esta parte de México posee una riqueza natural indescriptible y sus gentes lo viven y lo comparten, eso me gusta mucho.

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  5. Gracias Humberto, agradezco mucho tu comentario y saber que vas a seguir mi blog. Entraré en tu blog e intercambiaremos lecturas y comentarios. Muchas gracias.

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  6. Me encantaz tu blog, Julie. Las culturas occidentales han perdido gran parte de la sabiduría ancestral que aún se conserva muy bien por Mejico. Hace poco he leído un libro llamado EL SECRETO DEL CORAZON de MONSERRAT GASCÓN, cuya protagonista es una sanadora mexicana. Es un libro muy emotivo y muy recomendable. Te gustará.

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  7. Gracias Julius, gracias por entrar a estos artículos que he escrito con mucho amor a México y a la gente de allí. No conozco ese libro del que me hablas pero lo voy a buscar para leerlo. Un abrazo.

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